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El Trébol
domingo | 18/05/2025

El Trébol, 26 de Abril de 1992: donde la biotecnología floreció con sabor a frutilla

domingo 18 mayo 2025

El 26 de abril de 1992 marcó un hito en la historia  de El Trébol y la región. En esa fecha, se puso en marcha el Laboratorio de Biotecnología, una iniciativa visionaria del ingeniero agrónomo Mario Antonio Rosso destinada a la producción de tejidos vegetales mediante el cultivo in vitro meristemático de frutilla. El objetivo primordial: obtener plantas madre libres de virus que garantizaran la sanidad de las variedades comerciales en el país.

Este ambicioso proyecto fue posible gracias a un fructífero convenio entre la Municipalidad de El Trébol, la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario y la Cooperativa de Agua Potable y otros Servicios. La colaboración entre el ámbito público, la academia y el sector cooperativo sentó las bases para una empresa que alcanzaría reconocimiento a nivel nacional e internacional.

«Más o menos en el año 1991, sobre finales, yo presenté un proyecto sobre el cultivo de tejidos vegetales en la municipalidad de El Trébol,» recuerda hoy con nitidez el ingeniero Rosso. «Primero lo hice con el concejo municipal, tuve poco eco y después me incliné directamente por el departamento ejecutivo con el intendente Rossi, que se interesó y a tal punto que me pidió los bosquejos del proyecto.»

La visión de Rosso pronto encontró respuesta en las instituciones clave. «Yo le explico que es necesario reuniones con la Universidad Nacional de Rosario y la Facultad de Ciencias Agrarias. Primero por la transferencia científica que tenían que hacerme a mí y segundo, por apoyatura por parte de la Facultad de Ciencias Agrarias en el inicio del cultivo in vitro,» explica el ingeniero.

Así, a fines de 1991, se concretó un encuentro crucial en la Universidad Nacional de Rosario. «Hay una reunión en la Universidad Nacional de Rosario,  con la presencia del rector doctor Millet y el decano de la Facultad de Ciencias Agrarias, ingeniero agrónomo Don, y un científico del CONICET y profesor de la Cátedra de Fisiología Vegetal, fue profesor mío, el ingeniero Nakayama, el intendente Rossi y yo con el proyecto. Se explica por completo, se analizan todos los temas de interés y se llega a un nuevo encuentro dentro de los 20 días subsiguientes. Hay una nueva reunión, el proyecto se aprueba y se dice que es viable, eligiéndose el cultivo de frutilla como principal objetivo para liberarlo de virus y producir plantines categorías que nosotros en ese momento llamábamos F0, F1 y F2.»

El impulso inicial se tradujo rápidamente en acciones concretas. «Durante el verano del 92, la Municipalidad del Trébol, mediante un fondo llamado Po.SO.CO, compra el material interno del laboratorio y en forma paralela se preparan en la Facultad de Ciencias Agrarias, donde me preparan durante 12 meses para el conocimiento de la técnica y la transferencia científica,» relata Rosso.

La Cooperativa de Agua Potable y otros Servicios también jugó un papel fundamental. «Junto con el Intendente nos dirigimos a la Cooperativa de Agua Potable y otros servicios para que intervengan en el proyecto, aceptan y toman el mando construyendo las instalaciones donde todos conocemos. Ahí se compran los reactivos, el instrumental y se va armando de acuerdo con las instrucciones, las hormonas y algunas vitaminas traídas de Estados Unidos.»

Para mediados de marzo de 1992, el laboratorio estaba en su etapa final de formación, sellándose el convenio entre la Municipalidad de El Trébol, la Cooperativa de Agua Potable y la Facultad de Ciencias Agrarias de Zavalla. «El tema ya está expandido y en la primera nota aparece en el diario La Capital el 16 del 3 del 92. Y de ahí comienza todo,» rememora con una sonrisa el ingeniero Rosso.

El trabajo desarrollado en el laboratorio de El Trébol no pasó desapercibido. El ingeniero Rosso fue galardonado con el prestigioso «Premio al Emprendedor Agropecuario» en la exposición anual de la Sociedad Rural Argentina, un reconocimiento a la visión y el impacto de su iniciativa. Las plantas madre obtenidas en El Trébol se multiplicaron en campos de Mendoza y Tucumán para su explotación comercial, demostrando la calidad y sanidad del material genético producido.

El proyecto trascendió las fronteras locales, llegando a mercados de Uruguay, Paraguay e Italia, donde la calidad de las plantas madre de frutilla producidas en El Trébol era altamente valorada.

A partir de 1998, se inició una nueva fase del proyecto, enfocada en la obtención de una variedad de frutilla adaptada al agroambiente nacional. Sin embargo, obstáculos políticos y, fundamentalmente, económicos, como el cierre del Banco Santafesino de Inversión y Desarrollo, del que se esperaba el apoyo financiero indispensable, truncaron este prometedor camino y obligaron a clausurar el emprendimiento.

A pesar del cierre, el Laboratorio de Biotecnología de El Trébol dejó una huella imborrable en la historia agropecuaria local y regional. Fue un ejemplo de colaboración interinstitucional, visión emprendedora y la búsqueda constante de la innovación para mejorar la sanidad y productividad de los cultivos. La historia de este laboratorio pionero, con la frutilla como su primer gran logro, sigue viva en la memoria de quienes fueron parte de él y en el legado de un ingeniero agrónomo que soñó con un futuro más sano y productivo para el campo argentino.