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El Trébol
lunes | 27/10/2025

La paradoja del movimiento: Pairetti explica por qué el ‘no sé dónde ir’ es el Inicio de la libertad

lunes 27 octubre 2025

Carlos Pairetti regresó a los estudios de FM del Sol 98.9 para profundizar en el complejo concepto de la resiliencia, invitando a la reflexión crítica sobre sus límites y la delgada línea que separa la virtud del conformismo. En esta ocasión, Pairetti utilizó una potente frase de la militante Rosa Luxemburgo para motorizar su análisis: «Quien no se mueve, no siente las cadenas».

El movimiento como clave: de la resistencia a la pregunta

Pairetti comenzó la charla retomando la idea de que la resiliencia no debe ser un mecanismo para «soportar lo que no hay que soportar». Subrayó que el verdadero antídoto contra esta forma de sumisión es el movimiento, entendido como la acción de cuestionar y problematizar la propia situación.

El filósofo contrapuso el concepto de la resiliencia como simple aguante con la necesidad de una actitud proactiva. Citó al autor italiano del libro «Resisto, luego soy» (), señalando que si bien la resistencia es legítima, sobre todo en situaciones extremas, hacer de la vida una mera resistencia (un «Resisto, luego soy» constante) puede ser limitante.

«Si solamente nuestra vida es resisto luego soy…es para poder pensar», señaló.

La batería de preguntas: el motor del cambio

Para Pairetti, la frase de Rosa Luxemburgo implica que el comienzo del movimiento es formularse preguntas. Estas preguntas, que interrogan la supuesta «naturalidad» de las situaciones que soportamos, son las que nos permiten «sentir las cadenas» y buscar alternativas:

  • «¿Por qué tengo que estar soportando esta situación?»
  • «¿Esto es natural?»
  • «¿Puedo cambiar algo de esto?»
  • «¿Qué alternativas tengo?»
  • «¿Existe la posibilidad de algo diferente a esto?»

El filósofo argumenta que, a menudo, naturalizamos las cadenas, haciéndonos creer que lo que es modificable es inmodificable, o que «eso es así, punto».

La resiliencia como «vicio inhumano»

Pairetti alertó sobre la transformación de la resiliencia de una virtud en un vicio o incluso en algo «inhumano» cuando la vida se reduce a vivir «solamente resistiendo para después desde ahí tonificar o darle sentido a mi vida».

Esta naturalización ocurre en diversos planos —matrimoniales, familiares, institucionales— y muchas veces lleva a la autoculpabilización y a la convicción de que «no hay alternativas».

Cuestionando la racionalidad y la claridad absoluta

Otro punto crucial del análisis es la crítica a la exigencia de una «claridad» excesiva para actuar. Pairetti introdujo la idea de que el mundo moderno, influenciado por el Principio de Razón Suficiente de Leibniz (donde «todo tiene que explicarse por esto y por esto»), nos hace dudar de los movimientos si no tenemos un plan perfectamente racional.

En contraste, citó a Heidegger y el pensar poetizante: «es un pensar donde nada está claro, pero todo es significativo».

Esto sugiere que muchas de las acciones más significativas de la vida no tienen una «razón suficiente» cerrada, sino un sentido hondo que motoriza. La necesidad de demasiada claridad para moverse es, para Pairetti, otra forma de permanecer atado.

El poder administra el silencio: una lectura foucaultiana

El filósofo elevó el debate a un plano más sociopolítico, relacionando la resiliencia con el silenciamiento cultural. Citando a Michel Foucault, Pairetti sostuvo que el poder no solo reprime, sino que «organiza el silencio».

Existe un «aparato de silenciamiento» que administra qué se puede decir y cómo se puede expresar (ej. «si levantás el tono por arriba de tantos decibeles, sos un violento»). Este orden del silencio empuja a la gente a la resiliencia forzada, a soportar lo insoportable y aguantar lo que no tiene que aguantar.

Pairetti advirtió que este cúmulo de energía reprimida (violencia, agresión) termina explotando «de la peor manera» (ej. violencia extrema en colegios, familias), precisamente por la administración del silencio. Reivindicó que reaccionar frente a ciertos ataques de manera agresiva, no violenta, es saludable, como una forma de expresar la otra opinión y revertir este orden cultural.

Conclusión: inundar la situación de preguntas

Pairetti concluyó con la síntesis de su postura:

La clave es inundar de preguntas la situación (matrimonial, familiar, laboral, política). Las preguntas tienen el poder de socavar los fundamentos que nos mantienen en la resiliencia o soportando lo insoportable.

En lugar de entender la existencia como mera resistencia («resisto luego soy»), la propuesta es asumirla como una «batería de preguntas» siempre abierta, guiada por una intuición que nos dice: «che, pero yo no puedo seguir así, algo tengo que hacer».

La primera instrucción vital muchas veces es negativa: «Yo no sé dónde tengo que ir, pero sé que acá no tengo que estar». Es a partir de ese reconocimiento, motorizado por la pregunta, que se inicia el verdadero movimiento hacia la libertad.